sábado, 6 de septiembre de 2014

UN BURDEL EN EL PALACIO DE CALÍGULA




(...) Y, para que no quedara por probar ningún vicio, preparó en su palacio una serie de pequeñas habitaciones exactamente igual que si se tratara de un burdel y las decoró suntuosamente. Tenía en las celdas a mujeres, casadas y libres, de nuevo igual que si de un burdel se tratara. Entonces enviaba a heraldos a los mercados y lugares públicos e invitaba a jóvenes y viejos a que dieran rienda suelta de su lujuria. Disponía de dinero para prestar con intereses a aquellos que allí acudían, y los hombres escribían sus nombres encantados por contribuir a los ingresos del César.




(...) de lo recaudado por las prostitutas a razón del equivalente a un encuentro; y se añadió a este artículo de la ley que aquellos que hubieran ejercido la prostitución o el proxenetismo en el pasado debían pagar el impuesto a Hacienda, y ni siquiera las personas casadas estaban exentas.



( Seutonio )



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