Un
hijo varón, aparentemente sano. César se siente absurdamente complacido para
ser un anciano que debería acoger con alborozo el nacimiento de sus nietos.
Pero Cleopatra le ha puesto al niño un nombre griego, Cesarión. Quizá sea mejor
así. No es romano, ni podrá serlo nunca. Será el hombre más rico del mundo y un
rey poderoso.
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