El
Senado hizo incluir mi nombre en el cántico de los Sacerdotes Salios y una ley
prescribió que poseería, a perpetuidad y de por vida, carácter inviolable para
mi persona y la potestad de los Tribunos de la plebe. Cuando el pueblo me
ofreció el Pontificado Máximo, que mi Padre había ejercido, lo rehusé, para no
ser elegido en lugar del Pontífice que aún vivía No acepté ese sacerdocio sino
años después, tras la muerte de quien lo ocupara con ocasión de las discordias
civiles; y hubo tal concurrencia de multitud de toda Italia a los comicios que
me eligieron, durante el consulado de Publio Sulpicio y Cayo Valgio [12 a.C.],
como no se había visto semejante en Roma.
(
Octavio Augusto )
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