Un
carro tirado por seis caballos llevaba a la divinidad, los caballos enormes y
de un blanco puro, con caros arreos de oro y ricos ornamentos. Nadie sostenía
las riendas, y nadie llevaba el carro; el vehículo era escoltado como si el
propio dios fuera el auriga. Heliogábalo corría hacia atrás enfrente del carro,
mirando al dios, y sosteniendo las riendas de los caballos. Hacía todo el viaje
de esta forma, al revés, mirando al rostro de su dios.
(
Herodiano )
HELIOGÁBALO, GRAN SACERDOTE DEL SOL
( Pintura de Simeón Solomon )
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