El hecho de que las fuentes hablen muy bien de él
se debe a que estuvo poco tiempo en el trono, y casi no tuvo oportunidad de
hacer el mal. Desde la fecha en que le nombraron emperador pasaron solo dos
años, dos meses y veintinueve días —además de los veintinueve años, cinco meses
y veinticinco días que había vivido hasta entonces—. Ciertamente, por ello se
considera que igualó el largo reinado de Augusto, ya que Augusto nunca habría
sido amado de haber vivido menos, ni Tito de haber vivido más. Augusto, aunque
se mostraba irascible a causa de las guerras y otros contratiempos, fue muy
capaz, con el tiempo, de conseguir una brillante reputación por sus generosos
actos; Tito, por el contrario, gobernó con templanza y murió en el apogeo de su
gloria. Si hubiera vivido mucho más, se hubiera demostrado que debe más su fama
actual a la fortuna que a sus propios méritos.
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