Y cuando les enviaron la cabeza de Cicerón (pues
cuando huía fue apresado y degollado), Antonio, después de dirigirle muchos y
desagradables improperios, ordenó que la colocaran en un lugar destacado, más
visible que las demás, en la tribuna de oradores, allí desde donde había
pronunciado tantas soflamas contra él, y allí se podía ver junto con su mano
derecha, que le había sido amputada, y Fulvia cogió la cabeza con las manos,
antes de que se la llevaran, y, enfurecida con ella y escupiéndole, la colocó
sobre las rodillas y abriéndole la boca le arrancó la lengua y la atravesó con
los pasadores que utilizaba para el pelo, al tiempo que se mofaba con muchas y
crueles infamias.
( Dión Casio )
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