Ambos
ejércitos quedaron así situados uno frente al otro (Batalla de Gaugamela); se
podía ver al propio Darío con su escolta, a los persas
meloforos, indios, albanos, a los llamados carios “transplantados” y a los
arqueros mardos, frente por frente a Alejandro y al escuadrón real. Alejandro desplazó su ejército un poco hacia su
derecha, movimiento que fue contrarrestado por los persas, que hicieron otro
tanto al lado opuesto para desbordar la falange.
La caballería escita cabalgó bordeando la
primera línea de Alejandro, hasta entrar en contacto con ellos, mientras
Alejandro continuaba aún su marcha hacia la derecha, a punto casi de salirse
del espacio que los persas habían aplanado con vistas al combate. Ante ese
avance, Darío temió que los macedonios ocuparan la altiplanicie, con lo que sus
carros quedarían sin poder entrar en combate, y para evitar esto, ordenó a sus
tropas de primera fila del flanco izquierdo que cabalgaran y rodearan el flanco
derecho de Alejandro, a fin de impedir que éste ampliara este flanco aún más.
Los Persas se abrieron camino por entre las
filas de Alejandro y huyeron a todo correr, por lo que Alejandro estuvo ahora a
punto de entrar en contacto con el flanco derecho enemigo. Fue entonces cuando
la caballería tesalia luchó tan brillantemente que en nada fueron inferiores a
Alejandro en la batalla, de suerte que el flanco derecho de los bárbaros ya
huía cuando Alejandro entró en contacto con ellos. A la vista de esto, se dio
la vuelta y se decidió a perseguir a Darío, haciéndolo mientras duró la luz del día. Por su parte, los hombres de Parmenión continuaron también la persecución.
Una vez que Alejandro atravesó el río Lico, acampó su ejército allí a fin de
que sus hombres y animales recuperaran fuerzas.
Así acabó esta batalla, siendo arconte en
Atenas Aristófanes, durante el mes de Pianepsio (1 de
octubre). Cumplíose así la profecía de Aristandro de que Alejandro presentaría batalla y obtendría la victoria
en el mes del eclipse de la luna.
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