viernes, 1 de agosto de 2014

ÓRDENES DE CAYO JULIO CÉSAR DE ENTRENAR A LOS LEGIONARIOS EN LA GALIA




Por lo menos en Placentia la pausa iba a ser más prolongada, porque allí César había metido a la decimoquinta legión para que recibiera instrucción durante su estancia en Iliria y en la Galia Cisalpina, y quería ver con sus propios ojos cómo le iban las cosas. Había dado órdenes especificas: entrenarlos hasta que cayeran rendidos y luego entrenarlos para que no cayeran rendidos. Había llamado a cincuenta centuriones entrenadores para que se trasladaran allí desde Capua, veteranos de pelo canoso que babeaban ante la perspectiva de convertir unas vidas de diecisiete años en una estudiada combinación de sufrimiento y tristeza, y les había dicho que tenían que concentrarse en los centuriones de la decimoquinta durante su hipotético tiempo libre. Había llegado el momento de ver el resultado de tres meses de entrenamiento en Placentia, y César envió un mensaje en el que decía que iba a pasar revista a las legiones en el terreno para desfiles el día siguiente al alba.


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