Isócrates (436-338 a.C.),
orador y profesor ateniense cuyos escritos sobre política y educación en la
Grecia del siglo IV a.C. poseen una gran importancia y un enorme valor
histórico.
Isócrates nació en Atenas, en
el seno de una familia adinerada. Fue discípulo y seguidor de Sócrates y
Platón, quien, en su diálogo Fedro, se refiere a Isócrates como un joven
enormemente prometedor. Durante el reinado de los Treinta Tiranos de Atenas,
Isócrates dirigió una escuela de retórica en la isla de Chíos. Tras regresar a
Atenas, aproximadamente en el año 403 a.C., escribió por encargo discursos
legales. En el año 392 a.C. fundó una escuela donde enseñaba a los jóvenes
llegados desde todos los rincones del mundo grecoparlante el arte de la
redacción de ensayos y el arte de la oratoria. Sus temas eran la actualidad
política del momento, y el tono de estos discursos tenía una altura moral que
distinguió las enseñanzas de Isócrates del mero ingenio y el gusto por el
efecto inmediato de los sofistas, sus rivales entre los maestros de retórica.
Entre sus discípulos más ilustres destacan los oradores Hipérides, Iseo y
Licurgo. Isócrates murió a consecuencia de un ayuno voluntario en el año 338
a.C., en protesta por la pérdida de independencia de Grecia.
Entre las obras de Isócrates
que hoy se conservan figuran 21 discursos y 9 cartas. En discursos como el
famoso Panegírico (380 a.C.), defendió con insistencia la unificación de las
ciudades-estado griegas como única medida de protección contra la amenaza de la
invasión persa. Tras fracasar en este empeño, instó a eminentes personalidades
militares a encabezar las tropas griegas en una guerra contra Persia, como
podemos ver en Filipo (346 a.C.), donde hace un llamamiento a Filipo II de
Macedonia. El Areopagítico y Sobre la paz (ambas del año 355 a.C.) se ocupan de
la política ateniense y el ocaso de la democracia griega. Las cartas de
Isócrates abordan temas tan dispares como la educación, el arte de la retórica,
el poder de la belleza, las advertencias dirigidas a los déspotas y el
llamamiento a los líderes. Entre ellas destacan Contra los sofistas (391-390
a.C.), Elogio a Helena (370 a.C.), Arquidamo (366 a.C.), Antídosis (353 a.C.) y
Panatenaico (339 a.C.).
Isócrates ocupa un lugar
destacado en la historia de la prosa ática. Su estilo se caracteriza por la
fluidez de su cadencia, la compleja estructura de la frase y el frecuente uso
de la antítesis (véase Figuras retóricas). Sus escritos sirvieron de modelo a
Demóstenes y, más tarde, a Cicerón, a través del cual la influencia de
Isócrates llegó a la literatura moderna occidental.
No hay comentarios:
Publicar un comentario