Y después de establecer siete fuertes en torno a
la ciudad, Escipión Emiliano comenzó el asedio.
A
continuación, designó un jefe para cada una de esas partes y ordenó rodear la
ciudad de una zanja y una empalizada. La circunferencia de Numancia era de
veinticuatro estadios, y aquélla de los trabajos de circunvalación, de más del
doble de esa cifra.
Posteriormente cavó otro foso detrás, no lejos
de aquél, lo fortificó con una empalizada y construyó un muro de ocho pies de
ancho y diez de alto sin contar la almenas. Erigió torreones a lo largo de todo
este muro, a intervalos de cien pies.
Como no le fue posible prolongar el muro de
circunvalación alrededor de la laguna adyacente, la rodeó de un terraplén de igual
anchura y altura que las de la muralla para que sirviera a manera de muralla.
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