El Areópago o «Colina de Ares»,
es un monte situado al oeste de la Acrópolis de Atenas, sede del Consejo que
allí se reunió desde el 480 a. C. hasta el 425 d. C.
Geológicamente, la colina del
Areópago es un enorme monolito de mármol gris azulado, veteado de rojo. Mide
115 m de altura y domina el Ágora de Atenas. En la cima y en las laderas se
observan cortes en la roca, formando plataformas, que son los únicos restos de
antiguos edificios.
En su origen, el Consejo del
Areópago dependía del rey y se componía únicamente de Eupátridas. La
influencia de éstos aumentaba a medida que iba disminuyendo el poder del rey,
hasta el siglo VII a. C., en el que estos últimos llegaron a gobernar.
Se encuentra registro bíblico,
diciendo en Hechos 17,16-18 y 22, que el apóstol Pablo pronunció un
discursó allí, cuando unos filósofos epicúreos y estoicos lo condujeron al
Areópago para que explicara aquella enseñanza «extranjera» que publicaba:
Ahora bien, mientras Pablo
los esperaba en Atenas, se le irritó el espíritu en su interior al contemplar
que la ciudad estaba llena de ídolos. Por consiguiente, se puso a razonar en la
sinagoga con los judíos y con las otras personas que adoraban a Dios, y todos
los días en la plaza de mercado con los que por casualidad se hallaban allí. Pero ciertos individuos, filósofos de los
epicúreos así como de los estoicos, entablaban conversación polémica con él, y
algunos decían: «¿Qué es lo que este charlatán quisiera contar?». Otros:
«Parece que es publicador de deidades extranjeras». Esto se debió a que
declaraba las buenas nuevas de Jesús y de la resurrección. De modo que se apoderaron de él y lo
condujeron al Areópago, y dijeron: «¿Podemos llegar a saber qué es esta nueva
enseñanza que hablas?» Pablo entonces se
puso de pie en medio del Areópago y dijo: «Varones de Atenas, contemplo que en
todas las cosas ustedes parecen estar más entregados que otros al temor a las
deidades».
En la actualidad hay una placa
de bronce que contiene este discurso del apóstol Pablo y que conmemora dicho
acontecimiento. No es posible afirmar con certeza que en aquella ocasión Pablo
hablase ante el tribunal del Areópago, pero en su auditorio tuvo por lo menos a
un componente de ese notable tribunal, según se afirma en Hechos 17:33-34.
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