En Esparta los más
influyentes están muy sometidos a los magistrados y se precian de estarlo.
Porque los éforos tienen
poder para multar a quien quieran, autoridad para exigir pago inmediato y
autoridad incluso para cesar a los magistrados, y encarcelarlos y llevarlos a
juicio de pena capital.
Licurgo al conceder,
así, a los ancianos competencia en procesos capitales, hizo que la vejez fuese
más estimada que la fuerza pujante de la juventud.
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