Vosotros solos
romanos sois gobernadores por naturaleza. Todos los que han ejercido un dominio
antes que vosotros han sido alternativamente patrones y esclavos los unos de
los otros…; vosotros en cambio sois conocidos como dominadores hasta cuando lo
deseéis. Y como sois libres desde los inicios y por así decirlo, como habéis
nacido para gobernar habéis puesto a punto los instrumentos adaptados para la realización
de vuestro objetivo, creando, por una parte una estructura política que nadie
había conocido, y, por otra, imponiendo a todos ordenamientos y disposiciones
rigurosas.
Quizás no peque
de inoportuno si expongo en este momento una idea que desde hace mucho me viene
rondando la cabeza y que con frecuencia me ha desconcertado, una idea que,
aunque la tenía en la punta de la lengua, siempre la mantuve fuera del discurso
hasta ahora. Pues en cuánto aventajáis a todos por la grandeza de todo el
Imperio, por vuestra fortaleza, y por la concepción de vuestra constitución,
figura entre lo ya dicho. Pero ahora me parece que nadie se equivocaría si
dijese que todos los hombres del pasado que gobernaron, incluso quienes lo
hicieron sobre una gran parte de la tierra, gobernaron a sus pueblos como si lo
hicieran sobre sus mismos cuerpos desnudos. Pues ¿cuánto ha habido tantas
ciudades en el interior del continente a orillas del mar?. O ¿cuándo han estado
tan bellamente adornadas en todos los aspectos?. ¿Quién de los que vivieron en
aquellos tiempos pasados realizó un viaje de esta manera, contando las ciudades
por días, y en el mismo día atravesando por dos o tres ciudades como si lo hiciera
por barrios de una misma?. De tal manera que los antiguos no sólo eran tan
inferiores en los aspectos principales del imperio, sino que también donde
gobernaron los mismos pueblos que vosotros, no gobernaron sobre cada uno ellos
como si fueran todos equivalentes e iguales, sino que es posible contraponer la
organización tribal que entonces allí existía a la ciudad que existe hoy ahora.
Y además se podría decir que aquellos llegaron a ser como reyes de desiertos y
lugares fortificados, pero vosotros sois los únicos que gobernáis entre ciudades.
( Elio Arístides
)
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