Éstos,
todo lo que viven, lo malgastan en vino, dados, juegos, placeres y espectáculos.
Para ellos, su templo, su hogar, su asamblea y la esperanza de todos sus deseos
es el Circo Máximo.
Entre
éstos, aquellos que han vivido ya hasta la saciedad y dominan al resto gracias
a su larga existencia juran una y otra vez, por sus canas y por sus arrugas,
que el Estado no podría subsistir si, en la siguiente carrera, su auriga
favorito no saliera el primero de la línea de salida y no realizara giros muy
arriesgados con sus caballos de mal agüero .
Además,
el vicio de la desidia está tan extendido que cuando llega el día deseado de
los juegos ecuestres, antes de que el sol brille en plenitud, se apresuran
todos con tanta precisión que aventajan en velocidad a los propios carros de la
competición. Incluso, muchos están tan agitados que pasan muchas noches sin
dormir intentando demostrar sus preferencias.
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