Las
horas que otros pasan dedicados a aquello que les interesa, en festivales o
diversiones públicas, en diversos placeres o entregados mental y físicamente al
descanso —que otros dedican a banquetes que empiezan a primera hora de la noche, a jugar a los dados o a la pelota—,
estas horas yo las he
consagrado a la incesante práctica de estudios de esta clase. ¿Y quién podría
criticarme por esto o indignarse conmigo con justicia?.
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