viernes, 1 de agosto de 2014

MARCO AURELIO, EL EMPERADOR FILÓSOFO


Marco Aurelio había nacido cuarenta años antes, en Roma, de una familia originaria de Córdoba.



"Estoy en deuda con los dioses -dirá- por haber tenido buenos padres, una buena hermana, buenos maestro, buenos aliados y amigos".



De todos los profesores que habían estado cerca de él, sus preferidos fueron lo filósofos, y no solamente apreció la doctrina estoica, sino que quiso ponerla en práctica.



Cuando fue coronado creyó, como buena moralista, más en la fuerza del ejemplo que en la de las leyes.



 Así, aunque continuó la obra reformadora de Antonino, lo hizo sin convencimiento, buscando más bien influir a sus súbditos con el ejemplo de su virtud ascética.


                                         CONSAGRACIÓN DE MARCO AURELIO


Las circunstancias, sin embargo, no le fueron favorables: Apenas subido al trono, los britanos y los germanos, envalentonados por la longanimidad de Antonino, se rebelaron.



Marco Aurelio reprimió la revuelta de los primeros y, empeñado en derrotar a los germanos, envió a Persia a Lucio Vero, que había sido designado anteriormente por Adriano como posible sucesor, recomendándole a la atención de Antonino, conoció en Antioquía a la bella Pantea, que retuvo al general junto a ella.



El prudente Marco Aurelio se contentó con enviar instrucciones precisas a Casio, ayudante de Lucio, que, cumpliéndolas al pie de la letra, luchó contra los partos y arrasó su capital, Ctesifonte (año 165).



Las legiones llevaban consigo la peste y la extendieron por todas las ciudades y por todas las guarniciones: Egipto, Grecia, Italia y la Galia fueron devastadas por la plaga contra la cual todos eran impotentes.



El emperador demostró la grandeza de su estoicismo pasando noches y días en los hospitales. 



En Roma, 2.000 cadáveres fueron quemados diariamente. Como los campos, igual que las ciudades, quedaron despoblados, el hambre empezó a aparecer.


                             MARCO AURELIO VENDE LAS VAJILLAS DEL PALACIO


Tras la prosperidad, la desolación reinó en el Imperio. Por entonces, además, los germanos, los cuados y los marconamnos, que asediaban las fronteras, franquearon el Danubio, amenazaron Verona y devastaron la
llanura del Po (año 167).




El emperador incorporó al ejército gladiadores, bandidos y mercenarios, y se enfrentó personalmente al enemigo, revelándose como un brillante general. 



En el año 168 se sucedieron nuevas oleadas: los celtas en el Rin, los moros en Hispania, los longobardos en los Alpes.



Durante seis años el emperador luchó contra los bárbaros y en la soledad de los campos escribió su colección de Pensamientos, que, más que sus victorias militares, inmortalizarían sus recuerdos.


                                    MARCO AURELIO VIBRA LA LANZA DE MARTE



Después tuvo que regresar a Roma para castigar a Casio, el antiguo ayudante de Lucio Vero, que se había proclamado emperador.



El usurpador fue inmediatamente eliminado (año 175). Marco Aurelio sabía que el peligro germánico acechaba, y, para alejarlo, partió hacia las líneas de combate con su hijo Cómodo.



Fue entonces cuando la muerte le sorprendió en Vindabona, la futura Viena, en el momento en que se disponía a conquistar Bohemia (año 180). 



Antes, sin embargo, había presentado a las tropas alineadas a su propio hijo como su sucesor, recomendando a todos que extendieran el dominio de Roma hasta el Elba.

DISCURSO DE MARCO AURELIO:






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