Los romanos se lavaban diariamente la cara, las piernas, los pies y los dientes con un trapo y una palangana; cada 8 días, por prescripción médica, se lavaban todo el cuerpo en un recipiente. A partir del s.III a.C. se pone de moda la costumbre del baño y los ricos construyen bañeras en sus casas.
Para el aseo personal utilizaban: bastoncillos para las orejas, espátula para los dientes, rascadores para todo el cuerpo, lima de uñas...
Los romanos se lavaban los dientes con orines siendo los de la Hispania los más cotizados. Se envasaban en ánforas precintadas y eran repartidos por el Imperio.
Para los romanos, bañarse no era sólo cuestión de higiene, era una de sus actividades de ocio predilectas. En los baños públicos romanos se compartía una esponja sumergida en un balde de agua con sal para compartir la limpieza de la parte noble de las nalgas.
Las mujeres fabricaban su propia base de maquillaje con vinagre, miel y aceite de oliva. Para conseguir un color blanquecino en la cara usaban plomo (venenoso), excrementos de cocodrilo, harina o polvos de talco. Sonrosaban las mejillas con nitrato rojo (venenoso). Conseguían los pintalabios con frutas podridas, heces del vino o minio (tóxico).
Popea (esposa de Nerón) en todos sus viajes se hacia seguir por un rebaño de trescientas burras, que cada mañana eran ordeñadas y así podía llenar su bañera de plata para su hidratante baño matutino. Popea inventó la mascarilla, era una mezcla de pasta y leche de burra que se aplicaba sobre el cutis y se dejaba toda una noche. Para las arrugas utilizaban una mascarilla compuesta de arroz y harina de haba.
La depilación era utilizada tanto por hombres como por mujeres, al considerarse cuestión de higiene, mediante pinzas de depilar, cera o resina, cáscara de nuez quemada, cremas depilatorias... En las barberías los hombres se afeitaban, se cortaban el pelo y se hacían la manicura.
Las mujeres disponían de todo tipo de utensilios para el cuidado del cabello: tintes, pelucas, postizos, peines (de madera o de hueso), pinzas, cintas, diademas, rulos... Las familias ricas tenían peluquera propia.
Tanto los hombres como las mujeres utilizaban pelucas (capillamentum) o se pintaban las zonas calvas. Las mujeres romanas consideraban bello que las cejas estuvieran unidas sobre su nariz, para conseguir tal efecto utilizan una mezcla de huevos de hormiga machacados con moscas secas.
Los pantalones eran considerados una prenda de bárbaros, pero curiosamente durante las guerras en la Hispania los romanos adoptaron de los celtiberos las braccae (pantalones cortos).
Para perfumar a su señora, una esclava se llenaba la boca de perfume y lo pulverizaba sobre su ama.
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