Lucio Veracio era un individuo de extraordinaria maldad y de
lo más extravagante. Tenía como entretenimiento pegar en la cara a los hombres
libres con la palma de la mano. Solía llevar tras él a un esclavo con una bolsa
llena de calderilla. Cuando abofeteaba a alguien, decía al esclavo que sacara
inmediatamente veinticinco ases y se los entregara, según compesación prevista
por las Doce Tablas.
( Aulo Gelio en sus "Noches áticas")
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