Al darme cuenta de cuántos son los que se extravían
por completo en el camino de las conductas, decidí acudir en ayuda de su
criterio y velar por su reputación, para que vivan con la mayor gloria y
alcancen el honor. Te enseñaré ahora, queridísimo hijo, de qué modo forjar el
carácter de tu espíritu. Por lo tanto, lee mis preceptos de forma que los
entiendas Porque leer sin entender es desatender.
Mis preceptos son los siguientes:
Ruega al padre de los dioses.
Ama a tus parientes.
Se considerado con tus semejantes. Conserva lo que te
han dado.
Abstente de actividades públicas. Anda con buenas
compañías.
No acudas antes de que te llamen. Sé pulcro.
Saluda de buena gana. Cede ante tus mayores. Teme a
los magistrados. Preserva tu vergüenza. Guarda lo que te pertenece. Practica la
diligencia.
Encárgate de los tuyos. Da en préstamo.
Vigila a quien das.
Banquetes, sólo de tarde en tarde. Duerme lo
suficiente.
Ama a tu esposa. Mantén tus juramentos. Modérate en
el vino Lucha por tu patria.
No creas nada a la ligera. Rehuye las prostitutas.
Lee libros.
Recuerda lo que has leído. Enseña a tus hijos.
Sé blando en enfádate por cosas que lo merezcan. No
te rías de nadie
Da tu apoyo en el tribunal. Sé firme ante el palacio.
Sé reflexivo. Practica la virtud. Juega al aro.
Rehuye el azar. Dótate de cultura.
Haz el bien a los buenos. Da consejos seguros.
No seas maldiciente. Conserva tu reputación. Juzga
equitativamente. No mientas en nada.
Controla tu ira.
Vence a tu padre por tu paciencia. No menosprecies al
más joven.
No actúes al capricho de la fuerza.
Sométete a la ley que hayas dictado tú mismo.
Acuérdate del bien que te hayan hecho.
Habla poco en los banquetes. No te burles del
desgraciado. No juzgues jamás.
No desees lo que pertenezca a otro. Acomete lo que
sea justo.
Demuestra con agrado tu cariño.
Pon tu empeño en objetivos honrados.
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