Nombro al prefecto del Pretorio ateniéndose a la
voluntad del Senado y acepto al prefecto de la Ciudad elegido por esta
asamblea. Nombro como segundo prefecto del pretorio a un individuo que incluso había intentado escaparse, para no recibir el nombramiento, pues decía que había que colocar en los cargos públicos, no a los que los citaban sino a los
que los rehusaban. Nunca nombro a ningún senador sin tener en cuenta el consejo
de todos los senadores que se hallaban presentes, de tal manera que su
nombramiento se efectuaba en consonancia con la opinión general y presenta su
testimonio ilustres personalidades; pero si los testigos o aquellos que habían expresado su opinión habían cometido algún engaño, eran relegados enseguida
hasta la ultima clase de ciudadanos, aplicándoles la pena como falsificadores
de un hecho probado, sin intención de ofrecerles indulto alguno. Tampoco nombro
a senadores en desacuerdo con la opinión de los mas ilustres ciudadanos que residían en Palacio pues decía que era preciso ser hombre ilustre para nombrar
a un senador. Tampoco hizo pasar a los libertos al estamento ecuestre porque decía que este estamento era semillero del Senado.
( Elio Lampridio en "Historia Augusta" )
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