Estudiaba el objeto adecuado o las señales para determinar si el proyecto que se iba a llevar a cabo contaba con la aprobación o no de los dioses, ya se tratara de una reunión, una guerra, una propuesta de ley o cualquier otro asunto público.
Existía un protocolo que regía la interpretación, de modo que un augur «se guiaba por el libro» en vez de proclamar que poseía poderes físicos.
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