Era el caballo que pertenecía al Senado y al pueblo de Roma.
Durante la época de los Reyes, los caballos escaseaban y eran muy caros, así que el Estado donaba uno a cada soldado de caballería. Esta práctica se mantuvo hasta el fin de la República, aunque se limitó a los hombres de las Dieciocho. Poseer un caballo público era un signo de distinción.
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