A sus 56 años, Tiberio era tímido y misántropo, culto y concienzudo, pero amargo y escéptico. Después de una ficción de querer restaurar la República, los senadores le pidieron como un favor "que asumiese él mismo tan penosa y pesada esclavitud".
En la crisis, rápidamente resuelta, se descubrió ya cual habría de ser una de las grandes lagunas del régimen imperial: Olvidando establecer una ley de sucesión fija, Augusto abrió el camino a los más graves abusos, generadores de sangrientas agitaciones.
Al comienzo, Tiberio reinó con prudencia, prosiguió la política de su suegro, consolidó la frontera del Rin, donde alcanzó celebridad su sobrino e hijo adoptivo, Germánico, el hijo de Druso.
Se esforzó por la moderación, pidiendo a los gobernadores de las provincias que "esquilaran las ovejas pero no las desollasen". Impulsó a los nobles al ahorro y disminuyó la frecuencia de los juegos circenses.
Prudente en política, Tiberio se mostró sanguinario en los asuntos de familia: En el año 14 d. de C. hizo matar a su esposa Julia y al último hijo que ésta había tenido con Agripa. Su hija, la segunda Julia, sufrió más tarde la misma suerte.
De los hijos de Augusto, solamente sobrevivió Agripina (la mayor), casada con Germánico. Cuando éste murió en el año 19 d. de C., su mujer acusó a Tiberio de haberlo envenenado, lo que sin duda era una calumnia.
En el año 33 d. de J.C., el emperador se libró de Agripina y del primogénito de Germánico. Cada vez más sospechoso, inquieto por la oposición senatorial, Tiberio dejó que su prefecto pretoriano, Sayano, instaurase un régimen de terror del que fue víctima la aristocracia romana. Sayano, un ambiciosos criminal, acechaba el trono y, denunciado al emperador, fue estrangulado.
Obsesionado por todos estos dramas, Tiberio pasó la mayor parte de su tiempo en el palacio de la isla de Capri. Pero el anciano continuó enviando órdenes de muerte desde su retiro.
Su único hijo había muerto, no quedándole más que su nieto, a quien designó como heredero, conjuntamente con el último hijo de Germánico y de Agripina, Cayo César, a quien los soldados de su padre habían dado el sobrenombre de Calígula ("pequeña cáliga": Sandalia que utilizaban los legionarios romanos).
Tiberio murió en el año 37 d. de J.C. como consecuencia de un síncope. En Roma, la multitud gritó: Tiberius ad Tiberim (¡Tiberio al Tíber!).
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ESCULTURAS DEL EMPERADOR TIBERIO:
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