Como le llamasen, pues, los
Lusitanos, abandonó el África, y poniéndose al frente de ellos, constituido su
general con absoluto imperio, sujetó a su obediencia aquella parte de la
España, uniéndosele los más voluntariamente, a causa, en la mayor parte, de su
dulzura y actividad, aunque también usó de artificios para engañarlos y
embaucarlos; el más señalado entre todos fue el de la cierva, que dispuso de
esta manera. Uno de aquellos naturales, llamado Espano,
que vivía en el campo, se encontró con una cierva recién parida que huía de los
cazadores; y a ésta la dejó ir; pero a la cervatilla, maravillado de su color,
porque era toda blanca, la persiguió y la alcanzó. Hallábase casualmente
Sertorio acampado en las inmediaciones, y como recibiese con afabilidad a los
que le llevaban algún presente, bien fuese de caza, o de los frutos del campo,
recompensando con largueza a los que así le hacían obsequio, se le presentó
también éste para regalarle la cervatilla. Admitióla, y al principio no fue
grande el placer que manifestó; pero con el tiempo, habiéndose hecho tan mansa
y dócil, que acudía cuando la llamaba, y le seguía a doquiera que iba, sin
espantarse del tropel y ruido militar, poco a poco la fue divinizando,
digámoslo así, haciendo creer que aquella cierva había sido un presente de
Diana, y esparciendo la voz de que le revelaba las cosas ocultas, por saber que
los bárbaros son naturalmente muy inclinados a la superstición. Para
acreditarlo más, se valía de este medio: cuando reservada y secretamente
llegaba a entender que los enemigos iban a invadir su territorio, o trataban de
separar de su obediencia a una ciudad, fingía que la cierva le había hablado en
las horas del sueño, previniéndole que tuviera las tropas a punto. Por otra
parte, si se le daba aviso de que alguno de sus generales había alcanzado una
victoria, ocultaba al que lo había traído, y presentaba a la cierva coronada
como anunciadora de buenas nuevas, excitándolos a mostrarse alegres y a
sacrificar a los dioses, porque en breve había de llegar una fausta noticia.
( Vida de Quinto
Sertorio. Plutarco. Vidas Paralelas )
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