Bien, Lucio Cornelio, ¿no es lamentable?. Mucho me
temo que no va a saberse quién lo hizo.
Y no estoy dispuesto a castigar a cuatro buenas legiones por algo que sólo es
obra de treinta o cuarenta hombres. Mis centuriones no tienen ninguna pista. Y
tampoco mi hijo, que suele estar muy bien relacionado con la tropa y suele
enterarse de todo. Verdaderamente es culpa mía por no haberme dado cuenta del
afecto que me tienen mis hombres. Al fin y al cabo, Quinto Pompeyo era
picentino y no pensé que les importase lo más mínimo que asumiera el mando.
En fin, espero que el Senado vea la conveniencia de
prorrogarme el mando en el norte. Si la tropa no ha querido a un picentino,
difícil sería que aceptasen a un extranjero, ¿no crees?.
Quiero expresarte mis mejores deseos para lo que
proyectes, Lucio Cornelio. Eres un adalid de los buenos tiempos, aunque con un
interesante estilo nuevo. Hay mucho que aprender de ti. Te ruego sepas que
cuentas con mi más sincero apoyo, y no dudes en hacerme saber si en algo más
puedo ayudarte.
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