lunes, 10 de diciembre de 2018

DISCURSO DE SILA EN EL SENADO EN SU ÚLTIMO DÍA COMO CÓNSUL



Si no fuera por mí, padres conscriptos, no existiríais. Puedo decirlo y lo digo. Si las leyes de Publio Sulpicio hubiesen permanecido inscritas en las tablillas, la plebe, ¡no ya el pueblo!, gobernaría ahora en Roma sin control alguno. El Senado sería otra reliquia con senadores insuficientes para alcanzar consenso. No se podrían dirigir recomendaciones a la plebe ni al pueblo, ni adoptar decisiones en asuntos que nosotros consideramos de estricta competencia senatorial. Así que, antes de que comencéis a llorar y gimotear respecto a la suerte de la plebe y del pueblo, antes de que comencéis a compadecer desaforadamente a la plebe y al pueblo, os sugiero que recordéis que este augusto organismo no existiría de no ser por mí.


Recordad también, que si queréis conservar el derecho a orientar y equilibrar el gobierno de Roma, debéis respaldar mis leyes. ¡Antes de soliviantaros, pensad en Roma!. Por el bien de Roma, debe haber paz en Italia. Por el bien de Roma, debéis hacer un ingente esfuerzo para encontrar la solución a los apuros financieros y devolver la prosperidad a Roma. No podemos concedemos el lujo de dejar que los tribunos de la plebe se subleven. ¡La situación que yo he establecido debe mantenerse! Sólo así se recobrará Roma. ¡No pueden consentirse las necedades de un Sulpicio!


Ya mañana después de la ceremonia de toma de posesión de los nuevos cónsules, me reuniré con mis legiones acampadas en Capua para marchar hacia la guerra contra Mitridates de cuyo mando me habéis otorgado, pero si vosotros y los nuevos consulares no respetáis mis leyes, preveo un riesgo muy serio de otra guerra civil, que hemos de evitar, y eso me preocupa mucho, no lo olvidéis. Gracias a todo y velad por Roma. ¡Viva Roma!. 


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