En
todas las instituciones romanas los emperadores tenían de espías agentes
delatores que les informaban sobretodo cuando detectaban blasfemias contra la
persona del emperador o su familia, y lo mismo conspiraciones contra el Estado.
A los acusados se les expropiaban todas sus propiedades y con ella se pagaba a
los delatores, fueran espías o particulares. Lo que llevó a una sociedad de
auténticos delatores profesionales.
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