viernes, 7 de noviembre de 2014

LA FARAONA CLEOPATRA ESPERA LA VISITA DE CÉSAR, FUERA DEL POMERIUM DE ROMA



Allí, en Ostia, la reina se quedó a bordo de su buque insignia hasta que todos sus enseres se hubieron desembarcado y llegó la noticia de que su palacio estaba a punto. Mientras tanto, acribillaba a César con cartas, y cada día se plantaba junto a la borda esperando verle aparecer. En su lacónica nota, César sólo le había dicho que estaba ocupado en la redacción de una lex agraria, fuera lo que fuera, y no tenía tiempo para visitarla. ¿Por qué sus comunicados eran siempre tan poco afectuosos? Le hablaba como si ella fuera un gobernante suplicante cualquiera, una molestia para quien encontraría tiempo sólo cuando pudiera. ¡Pero ella no era un gobernante cualquiera, ni una suplicante! Era la faraona, su esposa, la madre de su hijo, la hija de Amón-Ra.


( C. McC. )






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