Mi querido Pompeyo Magno, cuando
yo era joven me quise marchar una temporada en un lugar desconocido y fuera de
Roma. Quise ser y sentirme libre. Quise pasar un tiempo en alguna ciudad del
campo en que no conocieran mi maldita cara; poder comer y beber hasta vomitar,
dejar preñadas a una docena de mozas, y enzarzarme en cincuenta peleas con
hombres de los que piensen que pueden vencerme con un brazo atado a la espalda,
hacerme a todos los niños bonitos que encuentre y dejarles el culo hecho cisco Y
luego, después de todo eso, volver otra vez con mi amante de Roma y ser feliz
con ella. Así era yo de jovencito.
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