Marco Valerio Corvo (en latín, Marcus Valerius
Corvus; h. 370 a. C.-270 a. C.) uno de los hombres más ilustres en la historia
temprana de la República, nació en medio de las luchas que antecedieron a las
leyes Licinias. Su lista de realizaciones es sospechosamente larga. Se
considera responsable al cronista Valerio Antias de parte de esa exageración.
Al ser un miembro de la importante casa Valeria, tuvo
su primera oportunidad de distinguirse, como consecuencia de servir en el año
349 a. C. como tribuno militar en el ejército del cónsul Lucio Furio Camilo en
su campaña contra los galos. Fue en esta guerra, donde obtuvo el sobrenombre de
"Corvus", o "Cuervo", según, al igual que otros muchos de
los logros de los primeros héroes romanos, una historia mezclada con la fábula.
Un guerrero galo de tamaño gigantesco desafió en combate a cualquiera de los
romanos. Este desafío fue aceptado por Valerio después de obtener el
consentimiento del cónsul, y al iniciar el combate, un cuervo se posó sobre su
casco, y las veces que atacó al galo, el cuervo se lanzó sobre la cara del
enemigo, hasta que el bárbaro cayó bajo la espada de Valerio. Una batalla se
produjo a continuación, en la que los galos fueron totalmente derrotados. El
cónsul le obsequió a Valerio diez bueyes y una corona de oro, y el pueblo
agradecido lo eligió, en ausencia, cónsul para el año entrante, cuando sólo
tenía veintitrés años de edad. De esta manera fue cónsul en el año 348 a. C.
con Marco Popilio Lanate. Había paz en ese año, tanto en la ciudad como en el
extranjero; y se hizo un tratado con Cartago.
EL JOVEN CÓNSUL
En 346 a. C. Corvo fue cónsul por segunda vez con
Cayo Petelio Libón Visolo. Llevó la guerra contra los volscos, a quienes
derrotó en batalla, y luego tomó Sátrico, la cual quemó completamemte, con la
sola excepción del templo de Mater Matuta. Obtuvo un triunfo en su regreso a
Roma.
En 343 a. C. Corvo fue cónsul por tercera vez con
Aulo Cornelio Cossus Arvina. A pesar de su juventud, Corvo ya estaba
considerado como uno de los primeros generales de la República, y fue encargado
de llevar a cabo la guerra contra los samnitas, que había estallado en ese año.
Su popularidad con los soldados era tan grande como su talento militar, y en
consecuencia tenía influencia ilimitada sobre sus tropas. Era distinguido por
ser un tipo amable y de buena disposición, y en el campamento tenía el hábito
de competir con los soldados comunes en los juegos atléticos que se hacían para
pasar las horas de ocio.
EL CAPAZ GENERAL
Después de la más dura y sangrienta batalla con los
samnitas, Corvo los derrotó completamente en el monte Gaurus cerca de Cumas;
una batalla que, como observa Niebuhr, aunque pocas veces se menciona, es una
de las más memorables en la historia del mundo, ya que fue un presagio del
resultado de la gran contienda que había entonces comenzado entre sabelianos y
latinos por la soberanía de Italia. Mientras tanto, el colega de Corvo había
estado en peligro en los pasos de montaña existentes cerca de Caudium, donde
los romanos se encontrarían con un desastre veintiún años después, pero el
ejército se salvó por el valor de Publio Decio. Corvo parece haberse unido a su
colega, poco después de estos acontecimientos, y con sus fuerzas unidas, o con
las suyas solamente, obtuvo otra brillante victoria sobre los samnitas cerca de
Suessula. Cuarenta mil escudos de los que habían sido muertos o de los que
habían huido, y ciento setenta enseñas militares se dice que se acumularon ante
el cónsul. Su triunfo en su regreso a Roma fue el más brillante que los romanos
habían visto hasta entonces. Corvo había ganado estas dos grandes victorias a
la edad de 29 años, y es otro ejemplo del hecho de que tan a menudo se
encuentran en la historia, que los mayores talentos militares se han
desarrollado a una edad temprana.
En el año siguiente, 342 a. C., Corvo fue nombrado
dictador en consecuencia de la sublevación del ejército. Las legiones estacionadas
en Capua y en las ciudades circundantes de Campania se rebelaron abiertamente,
marcharon contra Roma, e instalaron su campamento dentro de los ocho kilómetros
de la ciudad. Fueron recibidos por Corvo a la cabeza de un ejército, pero antes
de proceder a utilizar la fuerza, les ofreció la paz. Esto fue aceptado por los
soldados, que pusieron la confianza implícita en su general favorito, y miembro
también de la casa Valeria. A través de su influencia se concedió una amnistía
a los soldados, y esto fue seguido por la promulgación de varias leyes
importantes.
CUARTO CONSULADO Y UN NUEVO TRIUNFO
En 335 a. C. Corvus fue elegido cónsul por cuarta vez
con el Marco Atilio Régulo, ya que los sidicinos se habían sumado a los ausones
de Cales, y el Senado estaba ansioso de que la guerra debía ser confiada a un
general en el que podían confiar completamente. Los cónsules en consecuencia,
no realizaron un sorteo para sus provincias, y el de Cales fue dado a Corvo. Él
no decepcionó a las expectativas. Cales fue tomada por asalto, y, dado la
importancia estratégica de su ubicación, los romanos establecieron allí una
colonia de 2.500 hombres. Corvo obtuvo el honor de un triunfo, y también el
sobrenombre de Calenus producto de la conquista de la ciudad.
Con la excepción de los años 332 a. C. y 320 a. C.,
en la que actuó como interrex, no volvemos a oír de Corvo durante varios años.
El M. Valerio, quien fue uno de los legados del dictador Lucio Papirio Cursor
que lucharon en una gran batalla contra los samnitas en el año 309 a. C.
pretor, es probablemente el mismo Corvo, ya que Livio dice, que él ejerció la
pretura cuatro veces como recompensa por sus servicios en batalla, y sabemos
que Corvo ejerció la dignidad curul veintiuna veces.
SU SEGUNDA DICTADURA
En 301 a. C., como consecuencia de los peligros que
amenazaban Roma, Corvo, que estaba entonces en sus 70 años, de nuevo llamado a
ocupar la dictadura. Etruria estaba en armas, y los marsos, uno de los más
belicosos vecinos, también se habían alzado. Pero el genio de Corvo obtuvo de
nuevo un triunfo. Los marsos fueron derrotados en batalla, varias de sus
ciudades fortificadas, Milionia, Plestina y Fresilia fueron tomadas, y los
marsos fueron obligados a renovar su antigua alianza y conformarse con la confiscación
de parte de sus tierras. Después de haber terminado rápidamente la guerra
contra los marsos, Corvo marchó sobre Etruria, pero, antes de iniciar las
operaciones, tuvo que regresar a Roma para renovar los auspicios. En su
ausencia, su magister equitum fue atacado por el enemigo, mientras que estaba
en una expedición de búsqueda de alimento, y fue encerrado en su campamento con
la pérdida de varios de sus hombres y algunas de las enseñas militares. El
desastre causó terror en Roma, un justitium o cese completo de los negocios fue
proclamado, y las puertas y muros fueron ocupadas y vigiladas, como si el
enemigo estuviera ad portas. Pero la rápida llegada de Corvo al campamento
sitiado cambió la situación. Los etruscos fueron derrotados en una gran batalla,
y otro triunfo fue agregado a los laureles de Corvus.
SUS ÚLTIMOS CONSULADOS
En el año 300 a. C., Corvo fue elegido cónsul por
quinta vez con Quinto Apuleyo Pansa. El estado de las cosas en Roma condujo a
su elección en este año. Debía haber habido graves luchas entre los dos órdenes
desde hacía algún tiempo antes, y probablemente las dos clases miraron a Corvo
como el hombre más indicado para solucionar el conflicto. Durante su consulado
la ley Ogulnia fue aprobada, por lo que los colegios de pontífices y augures se
abrieron para los plebeyos. El cónsul renovó la ley de sus antepasados,
respetando el derecho de apelación (provocatio) de las personas.
En 299 a. C. Corvo fue elegido cónsul por sexta vez
en lugar de Tito Manlio Torcuato, que había muerto debido a una caída de su
caballo mientras preparaba la guerra de los etruscos. La muerte de un hombre
tan famoso y la sensación de que fuera un augurio indujeron a la gente por
unanimidad a nombrar a Corvo en la plaza vacante. Los etruscos, que habían sido
exaltados por la muerte de Torcuato, en cuanto oyeron de la llegada de Corvo,
se mantuvieron cerca de sus fortificaciones y no lo provocaron a una batalla,
aunque él puso a pueblos enteros en llamas.
SU RETIRO Y LEGADO
A partir de este momento, Corvo se retiró de la vida
pública, pero vivió casi treinta años más, y alcanzó la edad de cien años. Su
salud era buena y vigorosa hasta el final, y es frecuentemente mencionada por
los escritores romanos posteriores, como un ejemplo memorable de los favores de
la fortuna. Vivió para ver a Pirro expulsado de Italia, y el dominio de Roma
establecido firmemente en la península. Murió cerca del año 271 a. C., siete
años antes del comienzo de la primera guerra púnica.
Una estatua de Valerio Corvo fue erigida por Augusto,
en su propio foro, junto con las estatuas de los otros grandes héroes romanos.
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