Los epilépticos llegan a beber la sangre de los gladiadores
como si éstos fueran copas vivientes, espectáculo que al verlo hacer a las
fieras en la misma arena es también un horror. Pero, por Hércules, los enfermos
consideran que es muy eficaz absorber directamente del hombre la sangre cálida
y palpitante y el propio soplo vital del orificio de sus heridas.
( Plinio en "Historia natural")
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