La paz interior era tanto más urgente cuanto que un enemigo amenazaba a Roma en Asia: El rey del Ponto, Mitrídates, coloso medio bárbaro y medio griego, que soñaba con dominar Oriente y Grecia.
Provisto de una gran flota y de un ejército impresionante, exterminó a los romanos de la provincia de Asia, invadió Grecia y ocupó Atenas (88 a. de J.C.).
Un griego lleno de ironía, dijo de él que se parecía a "una mora pasada por harina", con una tez roja llena de lunares blancos. De sus ojos azules emanaba una luz irresistible; era, además, culto y amante de las artes, revelándose también como un notable jefe militar: Frío, astuto, sumamente valiente y con un gran ascendiente sobre sus hombre.
Sila, que concentraba ya sus legiones en Campania, marchó sobre Roma, franqueó la muralla sagrada y derrotó a los agitadores entre grandes incendios. Mario huyó a Africa (88 a. de J.C.).
Sometió a Grecia, donde fueron confiscadas numerosas obras de arte para enviarlas a Roma, y después se dirigió a Asia. Mitrídates tuvo que negociar, renunciando a Grecia pero conservando su reino (85 a. de J.C.).
Unido al cónsul Cinna, futuro suegro de Julio César, ordenó terribles matanzas, entregando a sus enemigos a los verdugos con un simple gesto. Pero en el año 86 a. de J.C., Mario murió, dejando Italia a Cinna y a su hijo adoptivo.
Se reanudaron de nuevo las matanzas, esta vez contra los demócratas. Los nombres de las víctimas fueron escritos en las listas de proscritos, cuyos bienes, confiscados, sirvieron para recompensar a los soldados, a los partidarios, y los delatores.
De hecho, lo que le preocupaba sobre todo era su poder absoluto. El Senado fue elevado a 600 miembros, 300 de los cuales eran "hombre nuevos" absolutamente afectos a Sila.
Los caballeros perdieron sus cargos judiciales y la percepción de los impuestos de Asia. Los tribunos de la plebe no tenían ya el derecho de veto ni el de proponer leyes.
La censura fue suprimida, así como las distribuciones gratuitas de trigo. Acuñando monedas con su nombre, adoptando el título religioso de Felix (feliz), organizando juegos circenses y adulando al pueblo, Sila se comportó como un monarca oriental. Pero, por razones poco conocidas, se retiró a la vida privada en el año 79 a. de J.C., y murió al año siguiente en Cuma
No hay comentarios:
Publicar un comentario