—«Pero, Sócrates, ¿Cómo
podría darse tanta importancia a unas leyes o a su obediencia, cuando a menudo
los mismos que las promulgaron las rechazan y las cambian?».
—«¿No sabes que los mejores
gobernantes de las ciudades son los que consiguen inspirar en los ciudadanos
una mayor obediencia a las leyes, y que la ciudad en la que sus ciudadanos más
respetan las leyes es la más feliz en la paz y la más irresistible en la
guerra?»
(Jenofonte)
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