"El
amigo verdadero trae paz y no desasosiego; es constante, no mudable..."
Construía Sócrates una pequeña casa en las afueras de Atenas, cuando algunas personas le preguntaron para qué servía aquella minúscula casa. Él contestó que era para sus amigos. Admirados, le replicaron que en aquel espacio tan pequeño no cabría casi nadie a lo que él contestó con sonrisa y fina ironía: "¡ Lo que daría yo por poder llenarla !.
Los amigos son así. Los puedes contar con los dedos de la mano y siempre te sobrarán dedos, por eso quizás no tengas muchos, pero los que tienes siempre serán suficientes para llenar tu vida. Siempre están ahí, aún cuando no los necesites. Con tus conocidos hablas, con tus amigos te comunicas. Un conocido te oye, un amigo te escucha.
Un verdadero amigo no adivina, intuye y siempre tiene la frase exacta con la que tus ánimos se renuevan. Te dice lo que es, no lo quieres oír; camina tu sendero sólo por el placer de hacerlo contigo y siempre te dice la verdad. El amigo verdadero trae paz y no desasosiego; es constante, no mudable; ofrece y sus razones son siempre transparentes porque no han sido contaminadas por el pragmatismo o la soberbia.
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