Marco Tulio Cicerón fundó la
primera Biblioteca del Estado en Roma, basándose en la importantísima que había
en Alejandría. «Un pueblo informado, sospechará de los políticos», escribió a
Ático, al que pidió una donación de libros y manuscritos para la biblioteca.
Más tarde se habría de reír al leer esta ingenua afirmación suya, pues habría
de descubrir, que un pueblo que sabe leer y escribir, constituye todavía mejor
clientela para los aventureros y farsantes políticos. La cultura no garantiza
la discriminación, el escepticismo ni la sabiduría. Cuando siguiendo su
ejemplo, en las provincias se fundaron bibliotecas, habría de declarar: —Hay
mucho que decir acerca de la falta de conocimientos de los bárbaros. Han de
recurrir a su ingenio y no a los libros y escuchan todo con una inocencia no
adulterada por la charlatanería de las palabras.
Pasión por los romanos. Un blog de divulgación creado por Xavier Valderas que es un largo paseo por el vasto Imperio Romano y la Antigüedad, en especial el mundo greco-romano.
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