Adriano vio un día en las termas a un veterano que había
servido a sus órdenes y al que reconoció, frotándose la espalda y el resto del
cuerpo con ayuda de la pared del edificio. Habiéndose preguntado por qué
confiaba a la piedra la tarea de restregarlo, cuando le oyó responder que lo
hacía por no tener esclavo, le regaló esclavos y dinero para su mantenimiento.
Pero unos días después, al ver el príncipe a unos viejos que se rascaban en la
pared con objeto de provocar su liberalidad, ordenó que los hicieran venir y
les mandó que se restregaran unos a otros.
( Historia Augusta en "Vida de Adriano")
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