De momento, somos libres, pero
no debemos olvidar que seguimos siendo esclavos según la ley. Hemos matado a
nuestros guardianes y al propietario y cuando las autoridades lo descubran nos perseguirán.
Nunca habíamos podido reunirnos como personas para hablar de lo que queremos
hacer y de nuestro porvenir -lanzó un profundo suspiro-. Antes que nada, quiero
decir que no voy a retener a ningún hombre ni mujer contra su voluntad. Los que
prefieran seguir por su cuenta pueden marcharse cuando deseen. No os pido
promesas, juramentos ni ceremonias de lealtad a mi persona. Hemos sido
prisioneros, sabemos lo que son las cadenas, no hemos gozado de los privilegios
de las personas libres y a las mujeres las han obligado a prostituirse. Yo no
quiero obligaros a nada.
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