Teodorico era un hombre ilustre
y de buena voluntad para con todos, que reinó durante treinta y tres años. En
sus tiempos la felicidad estuvo asegurada en Italia durante treinta años, de
tal manera que incluso sus sucesores disfrutaron esta paz. En efecto, no hizo
nada mal. Así gobernó dos pueblos al mismo tiempo, el de los romanos y el de
los godos: mientras él mismo era sin duda de la secta arriana, no atacó, sin
embargo, en nada a la religión católica; organizó juegos en el circo y en el
anfiteatro, de modo que incluso fue llamado por los romanos Trajano o Valentiniano,
cuyos tiempos tomó como modelo; y por los godos, debido al edicto en el que se
estableció el derecho, fue juzgado como su mejor rey en todos los aspectos. Se
preocupó de que la milicia fuera para los romanos igual que en la época de los
príncipes. Fue generoso con los regalos y los repartos de grano, a pesar de que
había encontrado el erario público lleno únicamente de heno, pero él lo
restableció con su esfuerzo y lo hizo rico.
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