Allí nos
enteramos de la enorme fama de un tal Demócares que iba a ofrecer un espectáculo de
gladiadores: pues el hombre, excelente en su linaje, rico en fortuna y raro en
generosidad, ofrecía divertimentos públicos con un esplendor digno de su
fortuna. ¿Quién con tanto ingenio, quién con tanta elocuencia, que pudiera
explicar con las palabras apropiadas cada uno de los aspectos de la compleja
organización?. Por ahí, gladiadores de mano famosa, por allí cazadores de
conocida agilidad, por allá condenados que, perdida la esperanza, preparaban el
alimento de las bestias con sus propias carnes. Hay máquinas hechas con estacas
unidas, torres de tablones unidos a la manera de una casa móvil, pinturas
llamativas y jaulas apropiadas para las futuras cacerías. Además,¡qué cantidad
y qué aspecto el de las fieras!. Pues, con particular empeño, las había traído
incluso del extranjero como funerales generosos para los condenados a muerte.
Pero además de aquel aparato del espléndido espectáculo reunía un enorme número
de monstruosas osas con la totalidad de su abundante patrimonio.
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