También hay hombres que no
anhelan ser ricos ni aspiran a llegar hasta las vanas pompas de los honores, sino que prefieren gozar y descansar
en borracheras y en fornicaciones, en los teatros y en los espectáculos
frívolos, que en las grandes ciudades encuentran gratis. Pero de esa forma
también ellos disipan en la lujuria su pobreza, y tras la miseria se dejan
conducir más tarde a los robos, los asaltos y algunas veces, incluso, a los
latrocinios, y de pronto se ven asaltados por muchos y terribles temores. Y los
que poco antes cantaban en las tabernas, luego deliran con sus llantos en la
cárcel.
( San Agustín en "La
catequesis a los principiantes" )
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