Cuando la fortuna es
favorable a alguno y le muestra un rostro halagueño, todos siguen en pos de sus
florecientes riquezas. Mas tan pronto como empieza a tronar, todos huyen y el
que poco ha andaba rodeado de un escuadrón de amigos, no es reconocido por
nadie. Esa verdad, que los ejemplos antiguos demostraron, ahora le ha llegado a
comprobar en mi cabeza y en mis propios males. De entre tantos que se llamaron
amigos, apenas me quedáis dos o tres: los demás fueron amigos, no míos, sino de
mi fortuna.
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