(...) Considera primeramente qué es lo que deseas, y luego examina tu
propia naturaleza, para ver si es bastante fuerte para llevar ese fardo. Si no,
dedícate a otra cosa y no hagas lo que los niños: no seas hoy filósofo, mañana
secuaz, luego pretor y después privado del príncipe; todas estas cosas se
acuerdan mal. Es necesario que seas un solo hombre, bueno o malo, que te
apliques a lo que te respecte, que trabajes por adquirir los bienes interiores
o exteriores, es decir, que te sostengas con el carácter de filósofo o de
hombre vulgar.
(...) Estés solo o acompañado, prescríbete siempre una regla de conducta
que marque en ti un carácter indeleble y jamás desmedido.
(...) Guárdate de hacer el papel de burlón y de chancero, porque este
defecto te hará caer insensiblemente en los modales bajos y groseros, y hará
perder a los demás el respeto y la consideración que sienten hacia ti.
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