Pero
no en tu condición de representante recién elegido del Senado y del pueblo. Ser
cónsul significa aceptar la responsabilidad suprema. Estarás al mando de los
ejércitos de Roma -dijo Julia, mientras le rodaba una lágrima por la mejilla-.
Serás la causa máxima de preocupación de Sila, y es un hombre terrible. Yo no
le conozco, no tan bien como tu tía Aurelia, Cayo, pero s ilo bastante. Incluso
hubo una época en que le estimaba, cuando cuidaba de tu padre, no sé si lo
sabes... Se esforzaba por limar todos los inconvenientes que constantemente
rodeaban a tu padre. Era un hombre más paciente y perspicaz
que tu padre, y hombre de honor al mismo tiempo. Pero tu padre y Lucio Cornelio
tenían en común un rasgo muy importante: cuando todo falla, desde la constitución
hasta el apoyo popular, son o eran capaces de pasar por encima de todo para
lograr sus propósitos. Por eso los dos marcharon sobre Roma, y por eso Lucio
Cornelio volverá a hacerlo si Roma adopta la decisión de elegirte cónsul. El
simple hecho
de tu elección le hará ver que Roma se propone luchar contra él hasta las
últimas consecuencias, y que no puede haber solución pacífica -añadió, con un
suspiro, enjugándose la lágrima-. Por Sila es por lo que quiero que cambies de
idea, querido Cayo. Si tuvieses su experiencia, no digo que no pudieras vencer.
Pero no es así y te derrotará. Y yo perderé a mi único hijo.
( C. McC. )
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