(...) Aunque llegaras a ser abogado, no tendrías clientela
si no piensas defender más que a los inocentes.
(...) Habrás de pasar
muchos ratos amargos. Probablemente te verás obligado a suicidarte o te
asesinarán. Ese ha sido siempre el destino de los hombres que abrazan la virtud
o creen en la justicia. Serás pobre toda la vida si no haces las cosas por
dinero.
(...) He tenido todas
las diversiones de que un hombre puede gozar en la vida y sigo disfrutando de
ellas. Excepto una: jamás he visto un abogado honrado.
(... ) Fíjate que los Diez Mandamientos de Moisés dicen: no
harás tal o cual cosa. Si de verdad hubiera virtud en el hombre, no serían
necesarios. Si los hombres no fueran por naturaleza asesinos, ladrones,
adúlteros, embusteros, envidiosos, blasfemos y traidores, Dios no habría tenido
que dar los Diez Mandamientos a ese Moisés. Si algunos hombres los obedecen es
por temor supersticioso y no porque su corazón se sienta buenamente inclinado
hacia ellos. Si las personas piadosas quedaran privadas de superstición y
religión, ya verías tú lo que sería el caos. El tigre no es más feroz que el
hombre, ni el león más terrible, la rata más astuta y sedienta de sangre y el
leopardo más salvaje. Bendigamos a los dioses, aunque no existan.
(...) Tienes buena presencia y eso es muy importante en esta
carrera. No es que haga falta ser guapo, si fuera así, yo no habría llegado a
tener éxito como abogado. No sé por qué será, pero aunque eres insípido, causas
buena impresión. Quizás porque eres tan sincero, modesto y humilde. No es una
paradoja si te digo el que la modestia y la humildad son muy valiosas para un
abogado. ¡Pero deben ser teatrales y falsas!. La verdadera modestia y humildad
no provoca más que desprecio, como todo lo que suene a verdadero. La afectación
y el histrionismo impresionan hasta a las personas inteligentes. Piensa siempre
que deberás causar buena impresión a los magistrados y verás como sin darte
cuenta te volverás hipócrita. Recuerda que un abogado, si quiere tener éxito, debe
ser un actor, con la sensibilidad que un actor tiene para sus espectadores.
¿Comprendes lo que te digo?
(...) Los hombre
hacen las leyes que convienen a sus intereses y a sus facciones políticas
siempre que es necesario. ¡Leyes inmutables!.
Las leyes cambian cada vez que los hombres necesitan que cambien. Como
ya te he dicho, la ley es una ramera.
(...) Recomiendo la poesía a los abogados. Deben aprenderse
los discursos de memoria y luego, repitiéndolos una vez y otra vez,
perfeccionarlos y pulirlos en privado, de modo que luego puedan pronunciarlos
en público sin balbuceos ni vacilaciones, al igual que un actor recita su
papel. Y mientras haga eso puede pensar en sus dotes, pues el pensar en las
dotes de uno pone elocuencia en la voz de un hombre. El dinero es mejor que las
mujeres, pues jamás traiciona a los hombres. Por lo tanto estoy en desacuerdo
con los otros abogados que recomiendan que se piense en la querida mientras se
defiende un caso. Es el dinero el que pone fervor en el tono de la voz de los
hombres y pasión en sus ojos. Ya observarás eso en la mayoría de los casos en
que la ley tenga que intervenir en asuntos de dinero e intereses. Estos
constituyen la más grande preocupación de los hombres.
(...) Si aprecias en
algo tu futuro, muchacho, mejor será que no tengas opiniones propias. Muéstrate
de acuerdo con Sila, para luego mostrarte favorable a Sulpicio Rufo, aunque
siempre en voz baja. ¡Pero no te atrevas a mostrarte en desacuerdo con los
dos!. Los abogados, siendo hombres, es
natural que tengan sus opiniones; pero nadie debe conocerlas si es que aspira
al éxito y sobre todo, quieren sobrevivir. Que digan siempre: "sí, tiene
usted razón; pero ¿no le parece -y perdone que se lo diga- que los contrarios
también tienen sus razones?". Deben parecer indecisos y dóciles y que se
dejan convencer fácilmente. Deben sonreír con agrado. Sólo así podrán llegar a
ser famosos como hombres de amplia tolerancia y ningún político podrá jamás
acusarles de nada desastroso para su carrera. De ese modo no sólo sobrevivirán,
sino que se harán ricos.
(...) Lo único
seguro, es que lo que esos bribones llaman democracia no es más que confusión.
Ya lo descubrirás por ti mismo, muchacho, si logras salir con vida, lo cual
dudo. No es probable que alcances una edad avanzada como yo, con esas absurdas
teorías sobre los derechos del hombre y la democracia.
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