lunes, 25 de julio de 2016

QUINTO MUCIO ESCÉVOLA DICE Y ACONSEJA A CICERÓN SOBRE LA ABOGACÍA


(...) Aunque llegaras a ser abogado, no tendrías clientela si no piensas defender más que a los inocentes.


(...)  Habrás de pasar muchos ratos amargos. Probablemente te verás obligado a suicidarte o te asesinarán. Ese ha sido siempre el destino de los hombres que abrazan la virtud o creen en la justicia. Serás pobre toda la vida si no haces las cosas por dinero.


(...)  He tenido todas las diversiones de que un hombre puede gozar en la vida y sigo disfrutando de ellas. Excepto una: jamás he visto un abogado honrado.


(... ) Fíjate que los Diez Mandamientos de Moisés dicen: no harás tal o cual cosa. Si de verdad hubiera virtud en el hombre, no serían necesarios. Si los hombres no fueran por naturaleza asesinos, ladrones, adúlteros, embusteros, envidiosos, blasfemos y traidores, Dios no habría tenido que dar los Diez Mandamientos a ese Moisés. Si algunos hombres los obedecen es por temor supersticioso y no porque su corazón se sienta buenamente inclinado hacia ellos. Si las personas piadosas quedaran privadas de superstición y religión, ya verías tú lo que sería el caos. El tigre no es más feroz que el hombre, ni el león más terrible, la rata más astuta y sedienta de sangre y el leopardo más salvaje. Bendigamos a los dioses, aunque no existan.


(...) Tienes buena presencia y eso es muy importante en esta carrera. No es que haga falta ser guapo, si fuera así, yo no habría llegado a tener éxito como abogado. No sé por qué será, pero aunque eres insípido, causas buena impresión. Quizás porque eres tan sincero, modesto y humilde. No es una paradoja si te digo el que la modestia y la humildad son muy valiosas para un abogado. ¡Pero deben ser teatrales y falsas!. La verdadera modestia y humildad no provoca más que desprecio, como todo lo que suene a verdadero. La afectación y el histrionismo impresionan hasta a las personas inteligentes. Piensa siempre que deberás causar buena impresión a los magistrados y verás como sin darte cuenta te volverás hipócrita. Recuerda que un abogado, si quiere tener éxito, debe ser un actor, con la sensibilidad que un actor tiene para sus espectadores. ¿Comprendes lo que te digo?


(...)  Los hombre hacen las leyes que convienen a sus intereses y a sus facciones políticas siempre que es necesario. ¡Leyes inmutables!.  Las leyes cambian cada vez que los hombres necesitan que cambien. Como ya te he dicho, la ley es una ramera.



(...) Recomiendo la poesía a los abogados. Deben aprenderse los discursos de memoria y luego, repitiéndolos una vez y otra vez, perfeccionarlos y pulirlos en privado, de modo que luego puedan pronunciarlos en público sin balbuceos ni vacilaciones, al igual que un actor recita su papel. Y mientras haga eso puede pensar en sus dotes, pues el pensar en las dotes de uno pone elocuencia en la voz de un hombre. El dinero es mejor que las mujeres, pues jamás traiciona a los hombres. Por lo tanto estoy en desacuerdo con los otros abogados que recomiendan que se piense en la querida mientras se defiende un caso. Es el dinero el que pone fervor en el tono de la voz de los hombres y pasión en sus ojos. Ya observarás eso en la mayoría de los casos en que la ley tenga que intervenir en asuntos de dinero e intereses. Estos constituyen la más grande preocupación de los hombres.


(...)  Si aprecias en algo tu futuro, muchacho, mejor será que no tengas opiniones propias. Muéstrate de acuerdo con Sila, para luego mostrarte favorable a Sulpicio Rufo, aunque siempre en voz baja. ¡Pero no te atrevas a mostrarte en desacuerdo con los dos!.  Los abogados, siendo hombres, es natural que tengan sus opiniones; pero nadie debe conocerlas si es que aspira al éxito y sobre todo, quieren sobrevivir. Que digan siempre: "sí, tiene usted razón; pero ¿no le parece -y perdone que se lo diga- que los contrarios también tienen sus razones?". Deben parecer indecisos y dóciles y que se dejan convencer fácilmente. Deben sonreír con agrado. Sólo así podrán llegar a ser famosos como hombres de amplia tolerancia y ningún político podrá jamás acusarles de nada desastroso para su carrera. De ese modo no sólo sobrevivirán, sino que se harán ricos.


 (...) Si como abogado no aprendes a ser hipócrita, entonces invierte todo el dinero que tengas en un ladrillar. No te hagas abogado. Ya te lo profeticé antes: no morirás en paz en tu cama. Fabrica mantas si no estás interesado en la fabricación de ladrillos. Pero ¡ay!. ¡En estos tiempos hasta los fabricantes de mantas y ladrillos son siervos de los políticos!. Si no estás de acuerdo con los que manden, no recibirás encargos. Es mejor que contengas la lengua tanto si te dedicas a las leyes como a las manufacturas. Mejor sería no haber nacido. ¿Cómo es posible que un hombre honrado soporte a sus semejantes?. Comprometiéndose con ellos. Silenciando los propios pensamientos, metiéndose a alcahuete y llegando a ser tan embustero como ellos. No ofendiendo jamás, aunque se esté en la oposición. Esto es lo que se llama buenas maneras, aunque yo prefiero llamarlo prostitución. Más perdóname, hijo mío. Me he apartado de mis propias convicciones, que son las de no tener convicciones en absoluto y reírse del género humano.


(...)  Lo único seguro, es que lo que esos bribones llaman democracia no es más que confusión. Ya lo descubrirás por ti mismo, muchacho, si logras salir con vida, lo cual dudo. No es probable que alcances una edad avanzada como yo, con esas absurdas teorías sobre los derechos del hombre y la democracia.






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