El portador del águila de la Décima Legión, tras rogar a los
dioses que su iniciativa bendijese a la legión, gritó:
" Desembarcad, soldados, a menos que queráis traicionar
vuestra águila ante el enemigo; se contará que en todo momento cumplí mi deber
hacia mi país y mi general"
( Cayo Julio César en "La guerra de las Galias")
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