La Guerra Social (91 a. C.-88 a. C.), también
conocida como Guerra Mársica y más correctamente Guerra de los aliados, fue un
conflicto armado entre la República romana y sus aliados italianos, que deseaban
que se les concediera la ciudadanía romana.
Durante el tiempo en el que Cayo Mario se ausentó de
Roma (99 a. C.-90 a. C.), hubo una serie de años de paz relativa, en los que el
senado parecía controlar el poder. Sin embargo, en el año 95 a. C. se publicó
la Ley Licinia Mucia dirigida contra los aliados que hubieran adquirido
fraudulentamente la ciudadanía romana, lo que provocó un fuerte malestar entre
ellos.
En el año 92 a. C. fue elegido tribuno de la plebe
Marco Livio Druso, que preparó una serie de medidas demagógicas que llevaron al
enfrentamiento, como una nueva ley frumentaria y una devaluación del sestercio
de plata. También estableció un acuerdo secreto con los aliados, prometiéndoles
el derecho de ciudadanía a cambio de que corrieran con los gastos de una nueva
distribución de tierras. Desaprobado oficialmente por el Senado romano, fue
asesinado en su casa, lo que desencadenó la guerra.
Intervienieron picenos, lucanos, marsos, samnitas y
apulios, a los que se unen etruscos y umbros, declarándose independientes en
una república llamada Italia, con capital en Corfinium, a la que renombrarían
Itálica, al este de Roma, con un senado y facultad de acuñación de moneda. Al
principio se suceden las derrotas romanas, hasta que en 90 a. C., el Senado da el
mando del ejército a Sila, pero Mario se reincorporó a la política y se hizo
con el mando efectivo.
PRINCIPALES ACONTECIMIENTOS
Año 90 a. C.
El cónsul romano Cneo Pompeyo Estrabón asedia con
éxito Asculum.
Publio Rutilio Lupo es derrotado y muerto en el Valle
de Toleno.
Mario es capaz de recuperarse de estas derrotas y
consigue el mando único.
Asediada Aesernia, fortaleza clave para controlar la
comunicación entre el norte y el sur, se ve obligada a rendirse.
Cayo Papio Mutilo toma varias ciudades de Campania y
las mantiene en su poder hasta ser derrotado por el cónsul Lucio Julio César.
Otras incursiones de los rebeldes resultan
victoriosos en Apulia y Lucania.
A pesar de estas derrotas parciales, los romanos
aguantan y logran evitar la derrota total. En el 89 a. C. los dos cónsules
marchan al frente norte, mientras que Sila toma el mando único del frente sur.
AÑO 89 A. C.
Lucio Porcio Catón (uno de los dos cónsules) es
derrotado y muerto.
Estrabón (el otro cónsul) con mando único tiene una
participación decisiva, derrotando a un ejército itálico de 60 000 hombres, en
el norte de Italia, en la batalla de Asculum.
Lucio Cornelio Sila pasa a la ofensiva y derrota al
ejército samnita.
Roma recupera algunas de las grandes ciudades de
Campania.
AÑO 88 A. C.
La guerra prácticamente se termina, con la excepción
de los samnitas (los viejos rivales de Roma) que todavía resisten. Es probable
que la guerra hubiera continuado mucho más tiempo si Roma no hubiese hecho,
además, concesiones a sus aliados.
CONCESIONES ROMANAS A LOS ALIADOS
Finalmente, la guerra termina cuando Sila aniquila a
las bandas samnitas de Aesernia. Los aliados, aún siendo derrotados habían
conseguido su objetivo, ya que, en el transcurso de esos años se decretaron
tres leyes que terminarían dando la ciudadanía romana a los itálicos:
Ley Julia, del año 90 a. C., Roma otorgaba la
ciudadanía romana a las ciudades itálicas que habían permanecido fieles y lo solicitasen,
autorizando a los generales a concederla a los soldados no romanos que lo
mereciesen.
Ley Plautia Papiria, del año 89 a. C., Roma concedía
la ciudadanía a cualquier itálico, incluso sublevado, que se hiciese inscribir
en los registros del pretorio en un plazo de dos meses.
Ley Pompeya, del año 89 a. C., que otorgaba el
derecho latino a las ciudades de la Galia Cisalpina que aún no lo poseían.
Benefició, sobre todo, a las ciudades situadas al norte del río Po.
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