(...) Hubo siempre en esta ciudad dos clases de
hombres entre quienes aspiraron a ocuparse de la política y a actuar en ella de
manera distinguida... Los que pretendían que sus acciones y palabras fueran
gratas a la multitud, eran considerados populares; optimates, en cambio, los
que se conducían de tal forma que sus decisiones recibían la aprobación de los mejores.
(...) Quienes son, pues, esos mejores? Si preguntas
por su numero, infinitos (pues de otra forma no podríamos subsistir); son los
primeros a la hora de adoptar decisiones publicas, los que secundan el modo de pensar
de estos, los hombres de las clases superiores, los que tienen acceso a la
curia, romanos que residen en los municipios y en el campo; son hombres de
negocios e incluso libertos... pertenecen a los “optimates” todos los que no
son criminales ni malvados por naturaleza ni desenfrenados ni están acuciados
por dificultades económicas.
( Cicerón, en
"En defensa de P. Sestio" )
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