Salomé Alejandra (141 a. C.1 o 139 a. C.–67 a. C.)
(en hebreo שלומציון Shelomtzion o ShlomTzion o "Shelomit") fue una regente y reina de
Judea, perteneciente a la dinastía asmonea. Reinó desde el año 76 a. C. hasta
su muerte, en el 67 a. C. Fue la última gobernante que rigió un estado judío
totalmente independiente en Israel, hasta la formación del estado moderno de
Israel.
Salomé Alejandra
fue esposa del rey Aristóbulo I (104 a. C.-103 a. C.), y tras la muerte de éste
puso en el trono a Alejandro Janneo, hermano menor del difunto rey. Siguiendo
la ley del levirato, Alejandro Janneo se casó con Salomé Alejandra. Reinaron
juntos entre los años 103 y 76 a. C. En su lecho de agonía, Alejandro Janneo no
quiso dejar el reino a ninguno de sus hijos y encargó el gobierno a Salomé
Alejandra, que era querida por la multitud, porque pensaban que ella se había
opuesto a las crueles medidas de su marido. Había tenido dos hijos con
Alejandro: Hircano II, el mayor, al que hizo sumo sacerdote porque era
indolente e incompetente, y Aristóbulo II, al que limitó a la vida privada
porque era muy impulsivo.
Siguiendo las
instrucciones que le dio su esposo en su lecho de muerte, Salomé Alejandra
favoreció a los fariseos, la secta judía más estricta en la observancia de las
leyes. Ellos se convirtieron en los verdaderos gobernantes de la nación, aunque
Alejandra administró con gran sabiduría, doblando los efectivos del ejército e
intimidando a los gobernantes vecinos. Pero si ella gobernaba a los judíos, los
fariseos la gobernaban a ella. Estos la apremiaron a que diera muerte a los que
habían aconsejado a Alejandro a crucificar a los 800 cabecillas fariseos, y
ellos mismos comenzaron a matarlos uno por uno. Entre las víctimas se contó un
tal Diógenes de Judea, prominente miembro del partido saduceo. Los perseguidos
encontraron en Aristóbulo un defensor, quien persuadió a su madre que los
perdonara. Pero tuvieron que irse de Jerusalén y esparcirse por el país,
recluyéndose en algunos pueblos fortificados.
Durante el reinado
de Salomé Alejandra ocurrió también la invasión de Tigranes II de Armenia,
quien llegó con un ejército de 300.000 hombres, y puso sitio a Ptolemaida. Alejandra
envió embajadores a Tigranes con valiosos regalos, pidiendo un tratado de paz,
pero Tigranes fue repentinamente reclamado a Armenia para hacer frente a la
invasión del general romano Lúculo.
Algún tiempo
después, la reina cayó gravemente enferma, y su hijo Aristóbulo II aprovechó
esta oportunidad para hacerse con el poder. Salió a escondidas de Jerusalén por
la noche, reunió un ejército, ocupó 22 fortalezas en quince días y tomó la
mayor parte del país. Alejandra murió en el 67 a. C. después de haber reinado
nueve años. La sucedió su hijo Hircano II. Dejó al país al borde de la guerra
civil entre sus hijos, lo que favorecería la intervención de los romanos en los
asuntos judíos.
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