[…] hacia la una de la tarde, mientras dudaba
si se levantaría para comer, porque tenía el estómago cargado aún de la comida
de la víspera, le decidieron a hacerlo sus amigos y salió. Tenía que pasar por
una bóveda, donde ensayaban algunos niños pertenecientes a las primeras familias
de Asia y que él había hecho acudir para desempeñar algunos papeles en los
teatros de Roma. Detúvose a contemplarlos y exhortarlos a hacerlo bien… No
están de acuerdo todos acerca de lo que sucedió después; según unos, mientras hablaba
con los niños, Querea, colocado a su espalda, le hirió violentamente en el
cuello con la espada, gritando: «¡Haced lo mismo!», y en el acto el tribuno
Cornelio Sabino, otro conjurado, le atravesó el pecho. Pretenden otros que Sabino,
después de separar a todos por medio de los centuriones que pertenecían a la
conjura, había, según su costumbre, preguntado a Calígula la consigna y que habiéndole
dicho éste «Júpiter», exclamó Querea: «Recibe una prueba de su cólera»; y le descargó
un golpe en la mandíbula en el momento en que volvía la cabeza hacia él.
Derribado en el suelo y replegado sobre sí mismo, gritó que vivía aún, pero los
demás conjurados le dieron treinta puñaladas. La consigna de éstos era
«¡Repite!», y hasta hubo uno que le hundió el hierro en los órganos genitales…
(
Suetonio )
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