Administraba
justicia con mucha asiduidad, hasta en los días consagrados, en su casa o en su
familia, a alguna solemnidad, y algunas veces lo hizo incluso durante las
fiestas establecidas por la religión desde remota antigüedad. No siempre se
atenía a los términos de la ley, haciéndola más suave o más severa según la
justicia del caso o siguiendo sus impulsos; así, estableció en su derecho de
demandantes a los que lo habían perdido ante los jueces ordinarios por haber
pedido demasiado, y acrecentando el rigor de las leyes, condenó a las fieras a
los que quedaron convictos de fraudes muy graves. En sus informes y sentencias
mostraba un carácter variable en gran manera: circunspecto y sagaz unas veces,
inconsiderado en otras, y hasta extravagante… Ordinariamente daba razón a las
partes presentes contra las ausentes, sin escuchar las excusas, legítimas o no,
que podían presentar éstas para justificar su ausencia.
( Suetonio )
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